LA TEORÍA POLIVAGAL
En el post Más allá del trauma mencioné la impronta que tienen los sucesos traumáticos en el cuerpo, hoy, aprovechando la charla con la psicóloga Adelaida Navaridas sobre teoría polivagal del científico Stephen Porges, Te cuento un poco más sobre esta teoría.
¿Te acuerdas del caso de la manada?, si eres de otro país, te pongo en contexto, la madrugada del 7 de julio de 2016, hubo una terrible violación en Pamplona, 5 hombres violaron a chica. Fue un caso muy mediático en el que gran parte de la población nos echamos a la calle pidiendo justicia ya que el juicio fue muy polémico, la cuestión es que, entre otras cosas, decían que la chica no se había defendido ya que había permanecido inmóvil. Pues bien, esto es lo que te voy a explicar hoy, cómo ella (su sistema) usó la inmovilidad como defensa ante un hecho tan brutal y traumático.
Sistema nervioso y funcionamiento.
El sistema nervioso (SN) regula todas las funciones del cuerpo, y relaciona un estímulo (40º de temperatura) con una parte del cuerpo (sudoración).Está a su vez divido en dos partes.
- Sistema nervioso central-SNC, compuesta por encéfalo y médula espinal, que controla las funciones mentales, así como la capacidad para distinguir emociones y controlar funciones corporales.
- Sistema nervioso periférico-SNP, compuesto por nervios y ganglios nerviosos fuera de la médula y el cerebro. A su vez se subdivide en dos.
Sistema nervioso somático-SNS: información sensorial y motora.
Sistema nervioso autónomo-SNA: encargado de las respuestas involuntarias, y es la madre del cordero del día de hoy. Interviene en la regulación visceral, lo relacionado con la interacción social y las emociones.
Está a su vez divido en dos:
Sistema simpático
Sistema parasimpático.

Acelerador y freno
El sistema nervioso simpático (recuerda que es parte del SNA) funciona como el acelerador de un coche, es decir, se activa para poner al cuerpo en acción, el que se encarga de las respuestas de huída/lucha y afrontar los retos del día a día, aquel que nos proporciona un chute de estrés. Pero ¿te imaginas vivir con el acelerador puesto todo el día?. Llega un momento que esa sobreactivación del sistema nervioso te mantiene en un estado de alerta tal que te pondrá en estado de nerviosismo, tensión y tu sistema inmune se deprimirá. Por lo tanto, necesitarás echar mano del freno, en este caso, el sistema parasimpático, que está diseñado para regenerarse y ajustarse para después volver a plantar cara a los desafíos del día a día, vamos, que lo que quiere es que recuperes energía cargándote las pilas.
Hasta ahí, todo bien, el SNA tiene acelerador y freno, pero aquí es donde entra la teoría polivagal de Porges.
Nervio vago
Es el responsable de más del 75% de la actividad parasimpática y tiene la distribución más amplia de todo el SNP, comienza en el bulbo raquídeo e inerva la faringe, el esófago, la laringe, la tráquea, los bronquios, el corazón, el estómago, el páncreas, el hígado y vísceras (¿ves esa conexión entre tu cerebro y tu intestino?), pues bien, esa conexión genera una comunicación estable entre el aparato digestión y el SNC a través del nervio vago, pero ¿Qué pasa cuando se corta esa comunicación?, y ésta se puede cortar por la relación con el entorno y los eventos externos
Dos ramas, tres vías
Osea, que el SNA tiene dos ramas, simpática y parasimpática, pero, además, ésta última puede utilizar dos carreteras más:
- Vago dorsal: Es la más rama más primitiva y la compartimos con los reptiles, visualiza cuando uno de ellos está siendo atacado, ¿qué hace?...se queda inmóvil. Y esto es lo que hace nuestro sistema cuando se ve atacado y estamos en modo vago dorsal, se produce un estado de congelamiento, que genera disociación, e incluso colapso.
- Vago ventral: A nivel evolutivo es el más reciente y compartido con los mamíferos, y es el encargado de activar la calma una vez ha pasado el peligro, el reptil tiene la capacidad de volver a su estado “normal” si se salva del ataque, es decir, si la amenaza no es percibida tan traumática, y después de la inmovilidad, puedes volver a activar la calma, esto es, regulación del ritmo cardiaco, de la vísceras y de los signos faciales.
Trauma
Los animales tienen la facultad de regular la activación que se produce en esos momentos de amenaza, descargando la sobre acumulación de tensión mediante temblores, por lo que vuelven a la normalidad con cierta rapidez, pero los humanos reprimimos esa capacidad porque nuestra mente racional, nos dice que no está bien, es entonces cuando aparecen ciertas alteraciones como el insomnio, la ansiedad, etc.
Si estos hechos traumáticos se han vivido durante la infancia, que es cuando menos recursos se tienen, el estado de congelación será mayor en la vida adulta, y habrá mayor inhibición ante ciertos retos, e incluso para percibir el entorno, teniendo dificultad para percatarse de ciertas señales de peligro o permanecer en un estado de alerta continuo y generar unas barreras defensivas muy férreas, y viviendo el mundo como una amenaza constante.
La pregunta más útil en muchos casos sería ¿cómo me siento?, y de ahí pasar a las siguientes, ¿me siento segura/o?, ¿qué me permitiría estarlo? ¿qué ha desencadenado todo esto?.